DEFINICIÓN:

LOS SOFISTAS:
Los sofistas fueron pensadores que vivieron en la antigua
Grecia desde
mediados del siglo V a comienzos del siglo IV antes de
J.C.
El conocimiento de las ideas de los sofistas procede
principalmente
de Platón y a él también se le debe, en mayor parte, el
contenido
peyorativo de ese nombre.
El más antiguo sofista fue Protágoras de Abdera (480-410
antes de J.C.)
quien primero enseñó en Abdera, luego en Sicilia y
posteriormente en Atenas.
El fue el primero en llamarse a si mismo sofista, o
maestro de sabiduría. Su doctrina se basaba en el principio del relativismo que
lo refiere todo a la medida humana. Las cosas las concibe sólo como fenómenos
percibidos por el hombre; de esta manera obligó a reconocer el
carácter abstracto de los primeros elementos de la geometría ya que sólo se
aplica a figuras ideales.
Otro sofista fue Gorgias de Leontini que residía en
Atenas en el 427.
En él el desprecio por la ciencia y por todo conocimiento
llega a su máxima expresión. Para Georgias no existía nada y si
existiera alguna cosa, no se podría conocer y si se llegara a conocer, el
lenguaje humano no permitiría comunicar ese conocimiento a nadie más.
La religión del periodo helenístico combinó los dioses griegos con las deidades orientales, un proceso conocido como sincretismo o mezcla de religiones. La Biblia fue traducida al griego en Alejandría y la lengua del Nuevo Testamento era la koiné.
Con la decadencia de las monarquías helenísticas en los siglos II y I a.C., los romanos extendieron gradualmente su control sobre Grecia y Oriente Próximo. La civilización romana que siguió fue, en gran medida, la continuación de la cultura helenística.
EL MUNDO HELENISTICO:

El mundo helenístico estuvo dominado por tres grandes
dinastías fundadas por los sucesores de Alejandro: la dinastía Tolemaica en
Egipto, la dinastía de los Seléucidas en Asia occidental y la dinastía
Antigónida en Macedonia. La elite urbana de estos reinos hablaba griego koiné
(común), que se convirtió en la nueva lengua internacional, y su religión, arte
y literatura eran una mezcla cosmopolita del griego y elementos locales. Se
fundaron muchas ciudades nuevas, la más importante de ellas fue Alejandría
(Egipto). Bajo dominio de los Tolomeos, quienes usaron su riqueza para atraer
poetas, eruditos, artistas y científicos, Alejandría se convirtió en un gran
centro económico, cultural y religioso. Se fomentó sistemáticamente el saber en
nuevas instituciones, como la famosa Biblioteca de Alejandría, donde se
estudiaba filología, gramática, prosodia, lexicografía y crítica literaria. La
poesía también estuvo marcada por un acercamiento erudito, y generalmente
siguió los modelos clásicos. Se hicieron muchos avances en ciencias como la
medicina empírica, la astronomía y las matemáticas; era la época de Euclides,
Apolonio de Perga, Eratóstenes, Aristarco de Samos, Hiparco de Nicea, Herón de
Alejandría y Arquímedes. Los principios fundamentales del pensamiento
helenístico no pasaron a ser seriamente puestos en tela de juicio hasta el
siglo XVI. Las principales escuelas filosóficas del periodo fueron el estoicismo
y el epicureísmo. Los estoicos enseñaron que se debe vivir de acuerdo con la
naturaleza, la cual es la razón (logos) que penetra en todas las cosas. El
sabio que sigue este consejo logrará la apatheia, esto es, se librará del
sufrimiento. Los epicúreos mantenían que todas las cosas están compuestas por
átomos y el vacío, y que es preferible una vida simple a la riqueza y la fama.
Su meta era la ataraxia o tranquilidad.
La religión del periodo helenístico combinó los dioses griegos con las deidades orientales, un proceso conocido como sincretismo o mezcla de religiones. La Biblia fue traducida al griego en Alejandría y la lengua del Nuevo Testamento era la koiné.
Con la decadencia de las monarquías helenísticas en los siglos II y I a.C., los romanos extendieron gradualmente su control sobre Grecia y Oriente Próximo. La civilización romana que siguió fue, en gran medida, la continuación de la cultura helenística.
SÓCRATES:
Nació y vivió en Atenas (470-399 antes de J.C.), es
considerado por algunas de sus ideas como sofista.Colocó en primer
término los problemas humanos y combatió las ciencias puras; en esto es muy
cercano a las ideas de Protágoras. También llego a negar la posibilidad de la
ciencia; por lo que
está próximo a las ideas de Gorgias. Los estudio útiles
para Sócrates se reducen al estudio del hombre y concluye que ese
autoconocimiento es fecundo, pues da paso a verdades superiores y absolutas.
El método para aprender a conocerse a uno mismo se puede enseñar y es la
famosa "mayeútica socrática" o "arte de dar a
luz". En esto es completamente diferente a los sofistas ya que hay un tipo de
conocimiento que ofrece verdades absolutas y que además se puede alcanzar. Con
estas ideas se está ya en la línea del platonismo. Sócrates formó una
escuela y estuvo rodeado por sus discípulos hasta su muerte; uno de
sus alumnos fue Platón.A partir de Protágoras y de Sócrates se trata
al hombre como ser que piensa y que contempla el universo. Estos
negadores de la ciencia fueron los primeros en notar, frente al objeto
observado, la presencia del observador que se olvidaba de sí mismo.
EL OFICIO DE PROFESOR:
EL OFICIO DE PROFESOR:
La preparación del profesor:
Llevar una clase de alumnos exige una gran preparación no
solamente en conocimientos sino también en pedagogía y en algo en lo que es más
difícil formarse: en valores.
Valores entendidos como normas de conducta y actitudes que guían nuestro
comportamiento, que son coherentes con lo que consideramos correcto y que dan
forma a nuestra manera de ser y de sentir.
Qué valores deben tener los profesores
El magisterio exige el manejo de muchos valores:
- el apoyo a los demás, siempre en busca de un vínculo con ellos para que de ese encuentro surjan las ganas de aprender, de crecer, de desarrollarse, el placer del conocimiento
- la responsabilidad, ya que se trabaja con personas en pleno proceso de crecimiento
- la justicia para dar a todos las mismas oportunidades
- la generosidad que supone estar disponible
- la paciencia para reconocer y valorar los matices, las transformaciones, los «frenazos»
- la humildad para aceptar que no todo lo que se desea es posible, que hay muchos vasos «medio llenos» y que lo importante es seguir aprendiendo y seguir siendo creativo para buscar recursos personales generadores de la energía que permitirá continuar impulsando a los alumnos.
- el apoyo a los demás, siempre en busca de un vínculo con ellos para que de ese encuentro surjan las ganas de aprender, de crecer, de desarrollarse, el placer del conocimiento
- la responsabilidad, ya que se trabaja con personas en pleno proceso de crecimiento
- la justicia para dar a todos las mismas oportunidades
- la generosidad que supone estar disponible
- la paciencia para reconocer y valorar los matices, las transformaciones, los «frenazos»
- la humildad para aceptar que no todo lo que se desea es posible, que hay muchos vasos «medio llenos» y que lo importante es seguir aprendiendo y seguir siendo creativo para buscar recursos personales generadores de la energía que permitirá continuar impulsando a los alumnos.
Desventajas de ser profesor
Hoy sigue siendo una profesión vocacional pero asistimos
a un gran desgaste de los profesionales,
entre los que es frecuente la depresión y el «síndrome
del quemado» a causa de los múltiples cambios que ha experimentado la sociedad.
La sociedad les demanda que sean justos, que traten igualmente a todos;
les pide entrega para formarse en las nuevas tecnologías;
flexibilidad y tolerancia ante los retos que supone la nueva escuela multicultural,
las nuevas familias, las distintas discapacidades integradas en el aula.
La sociedad les exige multiespecialización para responder
a toda esta diversidad porque lo que tienen en sus manos estos profesionales
es, nada más y nada menos, el futuro de nuestros hijos.
Ser maestro, maestra, conlleva una gran exigencia personal, que se presupone de
entrada y que, a diferencia de lo que ocurría en el pasado, no se reconoce ni
se valora.
Y no se trata de una valoración en términos de
remuneración material, ya que nunca fue una profesión bien pagada. Pero antes
«la opinión del maestro» no se cuestionaba, mientras que ahora los padres se
quejan de que la escuela no educa en valores y, por su parte, los maestros se
quejan de que los padres depositan la educación de los niños en la escuela, y las familias no educan en
valores.
Sin embargo, cabe preguntarse a quién corresponde educar y
por qué no nos ponemos de acuerdo sobre lo que es realmente importante en
materia de educación. La enseñanza es una profesión de gran responsabilidad,
y los maestros son una parte importante de los cambios que exige nuestra
sociedad.
HOMERO EDUCADOR:
Cuenta Platón que era opinión muy extendida en su tiempo
la de que Homero había sido el educador de la Grecia toda (Rep. 606 E). Desde entonces su
influencia se extendió mucho más allá de los límites de Hélade. La apasionada
crítica filosófica de Platón, al tratar de limitar el influjo y la validez
pedagógica de toda poesía, no logra conmover su dominio. La concepción del
poeta como educador de su pueblo –en el sentido más amplio y más profundo– fue
familiar desde el origen, y mantuvo constantemente su importancia. Sólo que
Homero fue el ejemplo más notable de esta concepción general y, por decirlo
así, su manifestación clásica. Haremos bien en tomar esta concepción del modo
más serio posible y en no estrechar nuestra comprensión de la poesía griega
sustituyendo el juicio propio de los griegos por el dogma moderno de la
autonomía puramente estética del arte. Aunque ésta caracterice ciertos tipos y
periodos del arte y de la poesía, no procede de la poesía griega y de sus
grandes representantes ni es posible aplicarla a ellos. Es característico del
primitivo pensamiento griego el hecho de que la estética no se halla separada
de la ética. El proceso de su separación aparece relativamente tarde. Todavía
para Platón la limitación del contenido de verdad de la poesía homérica lleva
inmediatamente consigo una disminución de su valor. Por primera vez, la antigua
retórica fomentó la consideración formal del arte y, finalmente, el
cristianismo convirtió la valoración puramente estética de la poesía en una
actitud espiritual predominante. Ello le hacía posible rechazar la mayor parte
del contenido ético y religioso de los antiguos poetas como errónea e impía, y
reconocer, al mismo tiempo, la forma clásica como un instrumento de educación y
fuente de goce. Desde entonces la poesía no ha dejado de evocar y conjurar de
su mundo de sombras a los dioses y a los héroes de la “mitología” pagana; pero
aquel mundo es considerado como un juego irreal de la pura fantasía artística.
Fácil nos es considerar a Homero desde esta estrecha perspectiva, pero con ello
nos impedimos el acceso a la inteligencia de los mitos y de la poesía en su
verdadero sentido helénico. Pero esta quimera de la escolástica no es sino la
degeneración de un pensamiento en sí mismo justo que, como todo lo bello y
verdadero, se hace grosero en manos rudas. Por mucho que semejante utilitarismo
repugne, con razón, a nuestro sentido estético, no deja de ser evidente que
Homero, como todos los grandes poetas de Grecia, no debe ser considerado como
simple objeto de la historia formal de la literatura, sino como el primero y el
más grande creador y formador de la humanidad griega.
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