TEORÍAS PEDAGÓGICAS.

DEFINICIÓN: 



Se define como teoría pedagógica al conjunto de conceptos, definiciones, preposiciones, enunciados, principios que interrelacionados permiten explicar y comprender lo pedagógico, es decir, todo lo relacionado a la formación, la enseñanza, el aprendizaje, el currículo y la organización escolar. Más, si se asume la concepción de Lakatos (1978), se puede definir la teoría pedagógica como estructuras de pensamiento constituidos por valores, creencias y supuestos que le permiten al profesor interpretar situaciones, conceptuar su experiencia, sistematizarla, investigarla, transformarla y construir la praxis pedagógica, contribuyendo a enriquecer la teoría y el discurso pedagógico. En otros términos, la teoría pedagógica es el marco de pensamiento compuesto por valores, creencias y supuestos básicos, que le permiten al docente comprender, dirigir, repensar y transformar las acciones que contribuyen a que los seres humanos eleven sus niveles intelectivos y adquieran las herramientas que en un futuro les permitirán asumir su vida en forma consciente y libre.


LOS SOFISTAS:
Los sofistas fueron pensadores que vivieron en la antigua Grecia desde
mediados del siglo V a comienzos del siglo IV antes de J.C. 
El conocimiento de las ideas de los sofistas procede principalmente 
de Platón y a él también se le debe, en mayor parte, el contenido 
peyorativo de ese nombre.
El más antiguo sofista fue Protágoras de Abdera (480-410 antes de J.C.)
quien primero enseñó en Abdera, luego en Sicilia y posteriormente en Atenas.
El fue el primero en llamarse a si mismo sofista, o maestro de sabiduría. Su doctrina se basaba en el principio del relativismo que lo refiere todo a la medida humana. Las cosas las concibe sólo como fenómenos percibidos por el hombre; de esta manera obligó a reconocer el carácter abstracto de los primeros elementos de la geometría ya que sólo se aplica a figuras ideales.
Otro sofista fue Gorgias de Leontini que residía en Atenas en el 427. 
En él el desprecio por la ciencia y por todo conocimiento llega a su máxima expresión. Para Georgias no existía nada y si existiera alguna cosa, no se podría conocer y si se llegara a conocer, el lenguaje humano no permitiría comunicar ese conocimiento a nadie más.




EL MUNDO HELENISTICO:
El mundo helenístico estuvo dominado por tres grandes dinastías fundadas por los sucesores de Alejandro: la dinastía Tolemaica en Egipto, la dinastía de los Seléucidas en Asia occidental y la dinastía Antigónida en Macedonia. La elite urbana de estos reinos hablaba griego koiné (común), que se convirtió en la nueva lengua internacional, y su religión, arte y literatura eran una mezcla cosmopolita del griego y elementos locales. Se fundaron muchas ciudades nuevas, la más importante de ellas fue Alejandría (Egipto). Bajo dominio de los Tolomeos, quienes usaron su riqueza para atraer poetas, eruditos, artistas y científicos, Alejandría se convirtió en un gran centro económico, cultural y religioso. Se fomentó sistemáticamente el saber en nuevas instituciones, como la famosa Biblioteca de Alejandría, donde se estudiaba filología, gramática, prosodia, lexicografía y crítica literaria. La poesía también estuvo marcada por un acercamiento erudito, y generalmente siguió los modelos clásicos. Se hicieron muchos avances en ciencias como la medicina empírica, la astronomía y las matemáticas; era la época de Euclides, Apolonio de Perga, Eratóstenes, Aristarco de Samos, Hiparco de Nicea, Herón de Alejandría y Arquímedes. Los principios fundamentales del pensamiento helenístico no pasaron a ser seriamente puestos en tela de juicio hasta el siglo XVI. Las principales escuelas filosóficas del periodo fueron el estoicismo y el epicureísmo. Los estoicos enseñaron que se debe vivir de acuerdo con la naturaleza, la cual es la razón (logos) que penetra en todas las cosas. El sabio que sigue este consejo logrará la apatheia, esto es, se librará del sufrimiento. Los epicúreos mantenían que todas las cosas están compuestas por átomos y el vacío, y que es preferible una vida simple a la riqueza y la fama. Su meta era la ataraxia o tranquilidad. 


La religión del periodo helenístico combinó los dioses griegos con las deidades orientales, un proceso conocido como sincretismo o mezcla de religiones. La Biblia fue traducida al griego en Alejandría y la lengua del Nuevo Testamento era la koiné.
Con la decadencia de las monarquías helenísticas en los siglos II y I a.C., los romanos extendieron gradualmente su control sobre Grecia y Oriente Próximo. La civilización romana que siguió fue, en gran medida, la continuación de la cultura helenística.






SÓCRATES:
Nació y vivió en Atenas (470-399 antes de J.C.), es considerado por algunas de sus ideas como sofista.Colocó en primer término los problemas humanos y combatió las ciencias puras; en esto es muy cercano a las ideas de Protágoras. También llego a negar la posibilidad de la ciencia; por lo que 
está próximo a las ideas de Gorgias. Los estudio útiles para Sócrates se reducen al estudio del hombre y concluye que ese autoconocimiento es fecundo, pues da paso a verdades superiores y absolutas. El método para aprender a conocerse a uno mismo se puede enseñar y es la famosa "mayeútica socrática" o "arte de dar a luz". En esto es completamente diferente a los sofistas ya que hay un tipo de conocimiento que ofrece  verdades absolutas y que además se puede alcanzar. Con estas ideas se está ya en la línea del platonismo. Sócrates formó una escuela y estuvo rodeado por sus discípulos hasta su muerte; uno de sus alumnos fue Platón.A partir de Protágoras y de Sócrates se trata al hombre como ser que piensa y que contempla el universo. Estos negadores de la ciencia fueron los primeros en notar, frente al objeto observado, la presencia del observador que se olvidaba de sí mismo.





EL OFICIO DE PROFESOR:

El oficio de profesor

La preparación del profesor:
Llevar una clase de alumnos exige una gran preparación no solamente en conocimientos sino también en pedagogía y en algo en lo que es más difícil formarse: en valores. Valores entendidos como normas de conducta y actitudes que guían nuestro comportamiento, que son cohe­­rentes con lo que consideramos correcto y que dan forma a nuestra manera de ser y de sentir.
Qué valores deben tener los profesores
El magisterio exige el manejo de muchos valores:
- el apoyo a los demás, siempre en busca de un vínculo con ellos para que de ese encuentro surjan las ganas de aprender, de crecer, de desarrollarse, el placer del conocimiento
- la responsabilidad, ya que se trabaja con personas en pleno proceso de crecimiento
- la justicia para dar a todos las mismas oportunidades
- la generosidad que supone estar disponible
- la paciencia para reconocer y valorar los matices, las transformaciones, los «frenazos»
- la humildad para aceptar que no todo lo que se desea es posible, que hay muchos vasos «medio llenos» y que lo importante es seguir aprendiendo y seguir sien­­do creativo para buscar recursos per­­sonales generadores de la energía que permitirá continuar impulsando a los alumnos.
Desventajas de ser profesor
Hoy sigue siendo una profesión vocacional pero asistimos a un gran desgaste de los profesionales, entre los que es frecuente la de­­presión y el «síndro­­me del quemado» a causa de los múltiples cambios que ha experimentado la sociedad. La sociedad les demanda que sean justos, que tra­­­­­­ten igualmente a todos; les pide entrega para formarse en las nuevas tecnologías; flexibilidad y tolerancia ante los retos que supone la nueva escue­­la multi­­cultural, las nuevas familias, las distintas dis­­capacidades integradas en el aula.
La sociedad les exige multiespecialización para responder a toda esta diversidad porque lo que tienen en sus manos estos profesionales es, nada más y nada menos, el futuro de nuestros hijos. Ser maestro, maestra, conlleva una gran exigencia personal, que se presupone de entrada y que, a dife­­rencia de lo que ocurría en el pasado, no se reconoce ni se valora.
Y no se trata de una valoración en términos de remuneración material, ya que nunca fue una profesión bien pagada. Pero antes «la opinión del maestro» no se cuestionaba, mientras que ahora los padres se quejan de que la escuela no educa en valores y, por su parte, los maestros se quejan de que los padres depositan la educación de los niños en la escuela, y las familias no educan en valores.
Sin embargo, cabe preguntarse a quién corresponde educar y por qué no nos ponemos de acuerdo sobre lo que es realmente importante en materia de educación. La enseñanza es una profesión de gran responsabilidad, y los maestros son una parte importante de los cambios que exige nuestra sociedad.




HOMERO EDUCADOR:
Homero


Cuenta Platón que era opinión muy extendida en su tiempo la de que Homero había sido el educador de la Grecia toda (Rep. 606 E). Desde entonces su influencia se extendió mucho más allá de los límites de Hélade. La apasionada crítica filosófica de Platón, al tratar de limitar el influjo y la validez pedagógica de toda poesía, no logra conmover su dominio. La concepción del poeta como educador de su pueblo –en el sentido más amplio y más profundo– fue familiar desde el origen, y mantuvo constantemente su importancia. Sólo que Homero fue el ejemplo más notable de esta concepción general y, por decirlo así, su manifestación clásica. Haremos bien en tomar esta concepción del modo más serio posible y en no estrechar nuestra comprensión de la poesía griega sustituyendo el juicio propio de los griegos por el dogma moderno de la autonomía puramente estética del arte. Aunque ésta caracterice ciertos tipos y periodos del arte y de la poesía, no procede de la poesía griega y de sus grandes representantes ni es posible aplicarla a ellos. Es característico del primitivo pensamiento griego el hecho de que la estética no se halla separada de la ética. El proceso de su separación aparece relativamente tarde. Todavía para Platón la limitación del contenido de verdad de la poesía homérica lleva inmediatamente consigo una disminución de su valor. Por primera vez, la antigua retórica fomentó la consideración formal del arte y, finalmente, el cristianismo convirtió la valoración puramente estética de la poesía en una actitud espiritual predominante. Ello le hacía posible rechazar la mayor parte del contenido ético y religioso de los antiguos poetas como errónea e impía, y reconocer, al mismo tiempo, la forma clásica como un instrumento de educación y fuente de goce. Desde entonces la poesía no ha dejado de evocar y conjurar de su mundo de sombras a los dioses y a los héroes de la “mitología” pagana; pero aquel mundo es considerado como un juego irreal de la pura fantasía artística. Fácil nos es considerar a Homero desde esta estrecha perspectiva, pero con ello nos impedimos el acceso a la inteligencia de los mitos y de la poesía en su verdadero sentido helénico. Pero esta quimera de la escolástica no es sino la degeneración de un pensamiento en sí mismo justo que, como todo lo bello y verdadero, se hace grosero en manos rudas. Por mucho que semejante utilitarismo repugne, con razón, a nuestro sentido estético, no deja de ser evidente que Homero, como todos los grandes poetas de Grecia, no debe ser considerado como simple objeto de la historia formal de la literatura, sino como el primero y el más grande creador y formador de la humanidad griega.



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